En un mundo altamente competitivo, en el cual cada individuo busca destacar por sobre otros, sea en espacios laborales, educativos e inclusive en el seno de una familia, tiende a interpretarse el error como una manifestación de debilidad de quien le comete, lo cual lleva a muchas personas a evitar cualquier tipo de exposición al error, al punto que puede llegar a generarse fobia al fracaso (Atiquifobia).
Las causas por las cuales se genera el temor a errar son múltiples, muchas de ellas asociadas al autoconcepto o a experiencias negativas relacionadas con la excesiva exigencia. Sin embargo, la invitación de hoy es a reflexionar sobre la importancia de permitirnos errar y entender que el error es el principio de un nuevo conocimiento.
Carol Dweck, Doctora en Psicología y profesora de la Universidad de Stanford, en su libro Mindset, describe dos tipos de mentalidades que cada individuo puede adoptar en distintos momentos y ámbitos de su vida, mentalidad fija (fixed mindset) o mentalidad de crecimiento (growth minset), la primera describe la creencia que las cualidades son fijas, vale decir, uno es bueno o malo para algo y eso no se puede cambiar, por otra parte la mentalidad de crecimiento es la creencia que las cualidades se pueden desarrollar y un mal resultado puede revertirse con trabajo, esfuerzo, perseverancia, etc.
Son múltiples los estudios que han relacionado la mentalidad de crecimiento con mejores resultados en educación, lo cual no es sorprendente, lo que si sorprende es lo poco que se ha adoptado como prácticas pedagógicas permanente y especialmente en los procesos de gestión de personas en industrias que aspiran a innovar, agregar valor y diferenciarse en sus mercados.
Pablo Alzugaray fundador de la Agencia de Publicidad Shackleton, durante su participación en el XXVIII Congreso Chileno de Marketing, señaló: “Las empresas tienden a evitar el error, pero el fracaso es parte de innovar” puntualizando “El riesgo es no arriesgar”.
La invitación, en consecuencia, es a adoptar a los huérfanos errores, valorarlos, apreciarlos y construir desde allí, apoyados en mentalidades de crecimiento, capaces de aceptar que los resultados no son tan valiosos como los procesos, sobre todo cuando hablamos de innovación.